Visita al polo norte.
Describir en palabras lo que experimentamos la noche de ayer me resulta bastante complejo; sin embargo, creo que tomaré el riesgo de intentarlo. Eran como las 8 de la noche y ya estaba bastante oscura la noche, cabe destacar que en polo norte en esta época del año amanece a las 10:30 am y a las 2:30 de la tarde cae el sol; de pronto la aplicación que te proporcionan al llegar al hotel emitió una alarma anunciando que el espectáculo estaba próximo a comenzar en algunos minutos y lo que parecía aún más grandioso se pondría mejor con el pasar de la noche. Corriendo nos vestimos para salir y soportar el frío, justo esa tarde nos habían comentado que ver las Auroras Boreales era cuestión de suerte y que no duraban mucho tiempo en el cielo, hicimos caso omiso a esas palabras, en mi caso decidí seguir las indicaciones de Rami mi terapeuta “Confía María, no dudes, no importa lo que veas o escuches, confía y sigue tu corazón” y así lo hice, nunca dude que las vería. Finalmente, salimos del cuarto y a lo lejos comenzaban a vislumbrarse esas luces verdes en el cielo con las que durante tantos años había soñado, en ese momento se veían mejor desde la cámara del teléfono usando la mayor exposición posible, poco a poco se fueron acercando a nosotros y cuando menos lo esperábamos teníamos un espectáculo de luces sobre nuestras cabezas, nuestros corazones latían a mil por hora y las lágrimas derramándose en los ojos de todos los presentes, gritos de felicidad, de euforia, risas y demás demostraciones de emoción eran inevitables, habían llegado las Auroras boreales a nuestro hotel sin que nadie se hubiese tenido que mover. El show duró como una hora, ninguno de los presentes quería perderse ni un segundo de este fenómeno natural. Finalmente, se calmaron y poco a poco se fueron disipando, mientras tanto el frío era implacable y paulatinamente fuimos buscando calor en las habitaciones. Yo no podía de la emoción y no les voy a mentir un poco de ansiedad también sentía, entonces después de agarrar calor decidí salir una vez más, pero ahora sola y agradecer desde lo más profundo de mi corazón por la experiencia vivida, hice una reverencia a cada punto cardinal, también a los 4 vientos, al sol a la luna quien jamás perdió protagonismo, sino todo lo contrario bailó, jugó y se rio al compás de las Auroras, a la vida, a Dios, al universo mismo por bendecirme y dejarme observar los milagros de la naturaleza. El cansancio comenzó a hacer de las suyas y nos alistamos para ir a dormir, eran como las 12 de la noche cuando vuelve a sonar la bendita alarma, anunciando un segundo tiempo del espectáculo y como si el primero no hubiese sido lo suficientemente apoteósico, este ni siquiera nos hizo salir de la habitación comenzó sobre nuestro techo de cristal expandiéndose por todo el ventanal con vista al hermoso bosque de Laponia finlandesa, una hora más de actividad en el cielo; no podía dejar de pensar que Dios me estaba hablando y estoy segura de que suena bastante egocéntrico, pero eso fue lo que mi corazón sintió, el universo una vez más ponía ante mis ojos una demostración de grandeza y magnificencia para que nunca más pusiera en duda la magia que me rodea, para nunca más dudará de mi intuición y mi corazón. Gratitud infinita vive en mí. Sé que estuvo largo, pero quien haya aguantado tantas líneas déjame su comentario, estaré feliz de leerlos. Gracias a mi amor bonito Alberto Penny por hacer mis sueños realidad, aunque nunca me cansaré de decirte que mi mayor regalo eres tú, te amo infinito.